9 de octubre de 2015

La Fugitiva de Frank Knebel, capítulo 2

Dejamos casi un mes a nuestras damiselas esperando su cautiverio. Pero acá llega el episodio dos de la primera saga de Frank Knebel, donde las cosas comienzan a ponerse interesantes. Si se lo perdieron, acá está la parte 1

Y aquí está la guía de todas las historias de bondage en el blog


Capítulo 2


            Sky Ryder observaba a dos trabajadores del aeropuerto llenar de combustible el tanque de El Colibrí, cuando dos carros de la oficina del sheriff y otro de la policía estatal llegaron. El sheriff Winchell, un hombre maduro con un bigote entrecano, y el oficial Barnes, un sujeto alto y larguirucho se bajaron del primer vehículo.

            “Hola Winch”, saludo Sky,”espero no llegar tarde”.

            El sheriff negó con la cabeza.

            “No Sky, me alegra verte, este caso podría complicarse y necesitaremos toda la ayuda posible”.

            Señaló hacia los otros coches que llegaron con él. Dos fuertes policías estatales bajaron de uno, mientras que del otro salió una adorable y curvilínea oficial femenina. Aunque delicada y delgada, la curva de sus caderas y el tamaño de sus pechos que destacaban contra su ajustado uniforme la hacían ver muy femenina. Su largo cabello negro estaba recogido bajo el ala de su sombrero vaquero, y sus ojos azules estaban ansiosos. Sonrió al resto de los policías y saludó a Sky con un amable gesto.

            “Buen día Sky”

            Su voz era muy musical.

            Los policías la vieron con deseo, y uno de ellos le dio un codazo a otro.

            “Ya conoces a la oficial Cole, ¿verdad Sky?, es nuestra oficial de Nuevo ingreso”.

            “Si que la conozco”, dijo Sky sonriendo y tocando el ala de su sombrero como saludo. “Y creo que si el criminal puede ver bien a la oficial Amy Cole estará muy contento de entregarse”.

            El sheriff Winchell y los otros se rieron,

            “Me temo que eso no funcionará en este caso Sky”, dijo, “Verás, el criminal fugitivo es una mujer”.

            Los ojos de Sky se abrieron sorprendidos.

            El official Barnes pasó un expediente a Winchell. En el había una fotografía que el sheriff tomó y dio a Sky. Era la imagen de una atractiva mujer con expresión ruda.

            “Starr Bell”, leyó Winchell del expediente, “edad veintisiete, un metro cincuenta y cinco, cincuenta y nueve kilogramos, pelirroja, ojos café claro, arrestada por robo armado y secuestro, incluyendo el de una mujer policía”.

            Dejó de leer y comentó

            “una tipa peligrosa. Un coche que robó fue encontrado a veinte kilómetros al este de la ciudad. La última vez que la vieron no estaba armada, pero debe ser considerada peligrosa”.

            Sky chifló como expresión de sorpresa.

            “Será mejor que le avise a Cooper, los dos asumimos que se trataba de un hombre”

            Winchell asintió

            “Comunícate por radio tan pronto como estés volando, sólo por seguridad, aunque por lo que hemos observado parce ir hacia el este, lejos de tu rancho”.

            Barnes y Cole sacaron un mapa del condado a gran escala, y Winchell los actualizó sobre los detalles de la búsqueda. Un avión de la policía y un helicóptero estatal ya sobrevolaban el norte y el este de la región, donde también trabajaban todas las patrullas a cargo del condado. La policía estatal se dirigía a recorrer la autopista que iba en dirección a La Diadema Voladora, mientras que la oficial Cole y Winchell iban a revisar los caminos rurales menos transitados al noreste y el sureste, respectivamente. Sky debía concentrar su búsqueda en el sur y el oeste.

            “Honestamente, no creo que los ranchos en esa dirección estén en peligro Sky, pero de cualquier manera quiero que tu búsqueda sea minuciosa”.

            “Todos los ranchos de la región están en campo abierto, si se le ocurre dirigirse hacia allá no será difícil localizarla”

            Winchell le dio otro documento con las frecuencias de radio para comunicarse con las patrullas y la comisaría, así como las frecuencias de emergencia si llegaran a ser necesitadas.

            “Si cualquiera ve algo, llamen para pedir refuerzos antes de actuar, esto va a ser un esfuerzo en conjunto, ¿alguna pregunta?”

            No hubo ninuna, y Sky volvió a revisar su avión

            “Ten cuidado Sky, dicen los rumores que odia a los policías”, dijo Winchell.

            “Entonces ustedes son los que deben cuidarse”, respondió, “especialmente usted oficial Cole”

            Ella sonrió

            “Tendré cuidado Sky, buena suerte”.

            Sky se subió a su avión, los policías a sus patrullas, y la búsqueda se puso en marcha.

           



            Una infeliz Summer Smith, vistiendo sólo su ropa interior, estaba sentada en la parte trasera de su furgoneta, mientras Starr Bell usaba largas cuerdas para amarrar los brazos a su cuerpo. Las manos de Summer estaban a su espalda, colocadas palma con palma y sujetas con cuerdas. Sus piernas estaban atadas a la altura de los tobillos y sobre sus rodillas. Starr había amarrado su torso en varios puntos, a la altura de su cintura, justo abajo de sus pechos y justo debajo de los mismos. Cuando la cuerda se le acabó, amaró la punta entre ambos senos, uniendo los dos pedazos de cuerda y gruñendo por el esfuerzo de hacer un nudo bien apretado.

            “Muy bien”, dijo satisfecha, “esto debe sujetarte, ahora vamos a ver cómo me queda tu ropa”

            Se quitó sus overoles y tomó la blusa roja de Summer, mientras la atractiva ranchera se retorcía experimentalmente en sus ataduras.

            “Adelante, retuércete todo lo que quieras cariño” dijo Starr arrastrando las palabras, “no te va a servir de nada, cuando yo amarro a una mujer, se queda amarrada”.

            Summer observó mientras Starr se ponía su ropa.

            “Entonces, ¿haces esto todo el tiempo?, ¡eh!”

            Starr empezó a abrocharse los botones

            “Hago cualquier cosa que sea necesaria para sobrevivir”, respondió, “y esto ha incluido amarrar a algunas muchachas”.

            Tomó los pantalones de Summer y los deslizó hacia arriba en una pierna mientras veía a su prisionera con una sonrisa burlona.

            “¿no vas a decirme que no me voy a salir con la mía?, ¿qué me atraparán y volverán a encerrar, así que lo mejor es que me entregue ahora?”

            Summer había estado a punto de hacer justo eso, pero ahora se quedó mirando en silencio mientras su captora terminaba de ponerse los pantalones y se los abotonaba.

            “¿no?, que bueno, porque si no lo dices, yo no te responderé que…”

            Se acercó ella y susurró a su oído completando la frase

            “…que te calles la boca y hagas exactamente lo que te ordeno si quieres salir viva de esto”

            Involuntariamente Summer se encogió tratando de alejarse de la forajida que la amenazaba. Starr mudó su rostro por una sonrisa afable y dio unos pasos atrás.

            “¿cómo me queda tu ropa?”

            Estiró sus brazos y vio que era una talla más chica.

            “Las mangas están un poco cortas”.

            Revisó después sus piernas

            “Los pantalones también”

            Alcanzó su busto y jaló viendo que ahí sobraba tela

            “y por aquí me queda floja, tienes unas tetas muy grandes amiguita”

            Se rio mientras se sentaba junto a ella para ponerse las botas de Summer, la prisionera luchó de nuevo contra las ataduras, levantando los hombros y sacando su pecho al frente mientras se esforzaba por moverse.

            “Claro que por eso te ves tan linda cuando forcejeas contra las cuerdas”.

            Starr estiró una mano y tocó uno de los senos de Summer. La ranchera jadeó protestando y trató de alejarse.

            “Si eres buena, podemos divertirnos mucho” sugirió Starr.

            Acabó de ponerse las botas, hizo bola sus overoles y los arrojó junto a sus zapatos detrás de unas rocas. De la parte trasera de la furgoneta tomó más cuerdas y una manta.

            “Fue muy amable de tu parte traer contigo todo lo que necesitaba para amarrarte”, dijo viendo a su prisionera.

            Encontró una tela blanca y limpia y empezó a romperla en tiras mientras sonreía malévolamente a Summer.

            “Creo que sabes que voy a hacer ahora”

            Summer negó con la cabeza mientras Starr se acercaba con un pedazo de tela en su mano.

            “No, por favor”, suplicó la ranchera, “no tienes que hacerlo”.

           
Starr agarró su cabello y la jaló, obligándola a mover su cabeza hacia atrás. Cuando la mujer abrió la boca forzó el pedazo de tela en lo más profundo de su boca. Después tomó una larga tela, y rodeó su cabeza dos veces con el, metiéndola entre sus dientes para que no pudiera quitarse la

mordaza.




            “Estoy segura de que no tenía que amordazarte”, le dijo mientras anudaba la tela sobre su nuca, “pero me divirtió mucho callarte”.
            La indefensa mujer sólo pudo ver mientras Starr la envolvía con la manta y ataba esta con más cuerda para que no se desenrollara, el último pedazo de manta fue pasado sobre su cabeza escondiéndola completamente. Summer gritó alarmada mientras Starr la aventaba toda empaquetada al área de cargo de la furgoneta y cerraba la puerta.
            “Ahí vas querida” le dijo Starr, “sólo qupédate callada y haz lo que te ordene y nada malo te pasará”
            Se fue andando hasta la puerta del conductor y concluyó para sí
            “Por un rato al menos”.


“Llamando a Diadema Voladora, llamando a Diadema voladora. Habla el Sheriff, cambio”.
Cooper Ryder había tenido un día lento, por lo que se apresuró para alcanzar la radio, con la esperanza de que la llamada implicara una aventura.
“Aquí Cooper, Sheriff. Cambio”
El auto del Sheriff estaba aparcado a un costado de un camino de grava. El oficial Barnes estaba al volante, se quitó los lentes de sol y se limpió la frente con un pañuelo. Winchell estaba de copiloto, con la puerta abierta y los pies estirados fuera del auto. Levantó el micrófono.
“Cooper, ¿has tenido noticias de Sky?, cambio”
Antes de que Cooper pudiera responder, Sky interrummpió la conversación
“Aquí estoy Winch, he estado volando sobre los cañones al este del rancho. El terreno debió haber afectado mi recepción por un tiempo, no tengo nada que reportar, cambio.”
“Nosotros estamos en la intersección del camino 39 y la calle Y” dijo Winchell, “tampoco hay señales de nada por aquí. ¿qué pasa contigo Amy?, cambio”.
Hubo un momento de estática y luego la voz de la oficial Cole se escuchó.
“Aquí el carro 4, estoy en el camino rural M, a ocho kilómetros de la bifurcación, nada que reportar, cambio”.
Cooper aprovechó la oportunidad de intervenir.
“Todo está tranquilo en el rancho Tío Sky, cambio”.
Winchell intercambió miradas con Barnes y sacudió su cabeza.
“Creo que el sujeto debió escabullirse hacia el norte de la ciudad, y puede que ya haya conseguido otro auto. Mantengan la búsqueda mientras me comunico con la policía estatal en su frecuencia, me reporto de nuevo en unos minutos”.
Cooper se acomodó en su silla y bostezó, iba a ser un día muy aburrido.
 
Summer Smith se retorció inútilmente contra sus ataduras, a pesar de que estaba sudando mucho. Envuelta en una manta, en la parte trasera de su furgoneta, el sudor no la estaba ayudando a deslizarse fuera de las cuerdas con las que Starr la había amarrado. La mujer era una experta.
“No te esfuerces tanto querida”, le gritó Starr mientras manejaba, “te vas a deshidratar de tanto sudar con el calor que hace, y no voy a parar en ningún momento a darte agua”
Se orilló fuera del camino y abrió la guantera para buscar un mapa.
“Además te necesito en buen estado si en algún momento tenemos que correr para burlar a los policías”.
Abrió el mapa y lo sostuvo con una mano, mientras estiraba la otra para alcanzar el paquete en que había convertido a Summer, dándole una suave nalgada en sus pompas.
“Pero esta noche buscaremos un lugar fresquerito para descansar y conocernos mejor, tú y yo solas. No hay nada como sentarme bajo las estrellas con mi mano alrededor de una dulzura como tú, totalmente atada y amordazada”
Cuando Summer gimió alarmada la convicta se carcajeó.
“Pero aún falta para eso, ahorita tengo que encontrar una manera de alejarme del áre sin que me detecten”, dijo estudiando el mapa.
“y ni siquiera se en que lugar me encuentro”
Volteó a ver al inquieto paquete y le dio a la chica dentro de el otra nalgada juguetona.
“Te preguntaría, pero en estas circunstancias sospecho que no me dirías la verdad”.
Se rió de nuevo mientras Summer intentaba alejarse de ella, y luego se puso a revisar el área frente a sus ojos. Aunque el fuerte sol le hacía imposible estar segura, parecía haber un rancho no demasiado lejos.
“Vamos preciosa, voy a pedir ayuda en ese lugar adelante en el camino. Será mejor que te quedes quietecita y calladita mientras lo hago, o prefieres que vaya allá atrás y te amarré más fuerte con un ajustado hogtie.
Summer dejó de moverse.
“Buena chica”.
Starr metió la velocidad del vehículo y reemprendió la marcha.
 
Cooper Ryder paseaba arriba y abajo por la sala donde tenían la radio en la casa principal del rancho. Difícilmente despegaba los ojos del control, como si verlo fíjamente fuera a causar que más llamadas llegaran. Había escuchado al Sheriff ponerse al día con Sky, la oficial Cole y otros oficiales, pero no había podido escuchar su conversación con la policía estatal. Sospechaba que estaban en otra frecuencia respecto a las fuerzas del condado. También estaba pensando que la tarea que le dio Sky no era tan importante como le había hecho creer.
“No fue más que una excusa para que me quedara en casa y me perdiera toda la diversión”, expresó furiosa, “esa nueva agente de policía es a la única mujer a la que le dejan participar”.
                Empezó a resentir a la oficial Cole profundamente, sintiendo que su cara bonita y como su figura se veía en su ajustado uniforme era la única razón por la cual los hombres la dejaban acompañarlos mientras que a ella se lo prohibían. El hecho de que Amy Cole sólo hacía su trabajo nunca se le ocurrió a Cooper.
                La radio permanecía tercamente callada, por lo que Cooper fue a la cocina por un vaso de agua. Estaba a punto de beber cuando se asomó por la ventana y vio la nube de polvo que indicaba que un coche se acercaba. Por un momento se emocionó, ¡podía ser el convicto! Pero su decepción fue doble cuando reconoció la furgoneta de Summer.
                “¡Oh, esa mujer!”, murmuró, “ya está de vuelta buscando a Sky”.
                Dejando el vaso en la mesa, salió rápidamente por la puerta con la intención de encararla y decir todo lo que pensaba a la atractiva e indeseada vecina.
                Sky Ryder había pasado una última hora sin novedades. No había visto la menor señal de que nadie anduviera a pie por el área que sobrevolaba. Se quitó las gafas de sol y limpió los cristales, uno a la vez, con su bandana. Era prácticamente imposible que la mujer hubiera llegado más lejos en campo abierto sin que la hubiera visto. Pero de la misma forma, si había decidido ocultarse hasta el anochecer, no había manera de que la hubiera podido ver desde el aire.
                De repente, Sky recordó que con toda la distracción de preparar la búsqueda, había olvidado avisar a Cooper que el fugitivo era en realidad una mujer. Y aunque su sobrina había estado escuchando las conversaciones en radio, no estaba seguro de si en algún momento habían mencionado el género del sujeto. Era información importante y haría que Cooper se sintiera incluida en el equipo.
                Alcanzó el micrófono de la radio y marcó para comunicarse con el rancho.
                La furgoneta salió del camino levantando una nube de polvo, y aparcó frente a la puerta del rancho. Una irritada Cooper habló con voz alzada hacia la nube de polvo.
                “¿Qué haces de vuelta tan pronto?”
                Se detuvo cuando vio que la persona que bajaba del vehículo no era Summer Smith.
                “¿Qué dices con que ando de vuelta?” Preguntó la mujer desconocida.
                Cooper estaba genuinamente confundida. No le cabía duda de que ése era el coche de Summer, y el hecho de que esta mujer se vistiera de la misma manera que su vecina la dejó aún más perpleja. Lo cual era patente en su rostro.
                “Perdón… pensé que era otra persona”.
                La extraña le dio una larga y contemplativa mirada.
                “¿sí?, ¡quién pensaste que era?”
                La mirada de la mujer puso nerviosa a la jovencita, quien trató de esconder su confusión.
                “Oh, uno de nuestros vecinos tiene una furgoneta muy parecida a la tuya”, dijo la chica tan casualmente como pudo, “claro que mucha gente compra el mismo modelo”
                “Bueno, yo sólo vengo de paso, y estoy un poco perdida”, dijo la mujer mostrando un mapa, “me puedes decir donde estoy”.
                Conforme la mujer desdoblaba el mapa, Cooper vio nerviosa la furgoneta, no le cabía duda que era de Summer. También vio una mana enrollada en la parte de atrás, y aunque pudo ser un reflejo de la luz en la ventana, la chica creyó verlo moverse.
                Desvió la mirada y notó que la mujer la estaba viendo fijamente. Cooper sonrió débilmente y trató de que se le ocurriera algo rápido.
                “¿vas a entregar algo por aquí”, preguntó señalando el bulto.
                La mujer contestó con una sonrisa.
                “Sí, una entrega sorpresa”.
                Puso el mapa sobre el cofre del auto.
                “Entonces, ¿puedes decirme dónde estoy?”
                Con su cabeza a mil por hora Cooper estudió el mapa.
                “Me preguntó si esta mujer es cómplice del convicto” pensó, “puede que sea él quien está escondido entre las mantas, será mejor averiguar a donde van”.
                Señaló al punto del mapa donde estaba el rancho.
                “Estamos por aquí, y si me dices a dónde quieres ir te puedo indicar cuál es la ruta más rápida para llegar”.
                La mujer la vio pensativa.
                “Si, creo que puedes llegar a ayudarme”, dijo, inclinándose sobre el plano.
                Mientras ella estaba distraída, Cooper volvió a ver de reojo la parte trasera de la furgoneta, tratando de recordar todo lo que había.
                Entonces, la mujer soltó el mapa y agarró fuertemente a Cooper por la muñeca derecha. La chica, sorprendida, no tuvo tiempo de reaccionar mientras torcían su brazo detrás de su espalda. La mujer también la sometió rodeando su cuello con su brazo izquierdo.
                “¡Hey!, ¿qué estas haciendo?” Gritó espantada, “suéltame”.
                Starr Bell se rio mientras la chica se trataba de liberar.
                “Es hora de que seas una verdadera ayuda linda. Vamos dentro de tu casa a ver si tienes algunas cuerdas.”

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