6 de diciembre de 2011

Algo Más

Ayer no pude actualizar pues tuve un compromiso muuuy importante, pero no hay nada que temer pues lo que estaba planeado para ayer llega hoy martes. Para los que disfrutaron la historia que publiqué anteriormente escrita originalmente por el canadiense Raver1357 pues aquí está otra entrega de la serie donde la atención se centra en Hanna y Leona quienes comparten ahora su cautiverio. Según entiendo esta historia ocurre cronológicamente antes de la que traduje anteriormente. Disfrútenla, no es literatura pero si le echan un ojo ya serán personas más cultas que Peña Nieto que afortunadamente ya mostró su ignorancia, ojala empieze a costarle votos para salvarnos de el daño que haría en la presidencia.

Todas las historias de bondage publicadas están aquí
 

Algo más. por Raver1357

-¿Por qué me estás viendo así?
-Todo esto es tú culpa
-¿Cómo va a ser mi culpa?
-porque siempre es tú culpa
-¿Tienes que ser siempre tan negativa? Se quejó Leona.
-Sólo cuando tengo que lidiar con tus problemas- contestó Hanna –Y desde que has empezado a seguirme resulta que eso ocurre con mucha frecuencia.
-No puedo creer que después de tanto tiempo sigas recriminándome por ello-
Hanna lanzó una mirada violenta a Leona –¿acaso no recuerda lo que me hiciste? ¿cómo pensaste que iba a reaccionar?- Leona simplemente desvió su mirada a la pared.
Con una sonrisa forzada Leona contestó –Bueno, si lo vemos desde el punto de vista positivo por lo menos no nos amordazaron-
Hanna la vio con impaciencia –claro, no me hubiera gustado perderme esta conversación tan estimulante-
-Okey pero… ¿qué tal las cuerdas? En otras circunstancias se que las habrías agradecido.
Hanna abrió la boca para replicar, pero se detuvo; después de todo tenía razón, movió su cuerpo para probar las cuerdas atadas con precisión que rodeaban su cuerpo. Bajo circunstancias normales habría sido capaz de liberarse; pero las capas de cinta que rodeaban sus dedos evitaban que pudiera usar estos. De hecho, las dos chicas estaban muy fuertemente atadas, y aunque deseaba liberarse y perseguir a sus asaltantes, no podía evitar disfrutar su indefensión.
Hubo una larga pausa. Leona una vez más desvió sus ojos hacia otro lado, buscando cualquier cosa en que concentrar su atención. Hanna volteó al lado contrario, no deseando otra cosa que deshacerse de su compañía. Volteó a ver el reloj; cuarto para las nueve. Tres horas. Tres horas desde que fueron asaltadas, y dejadas fuertemente amarradas al fondo de un cuarto al que echaron llave. Hmm, cuarto para las nueve… esa hora le sonaba por alguna razón, pero no podía recordar por qué.
Un ligero golpe se escuchó cuando su cuello se relajó y chocó con la pared. Paseó la mirada por el cuarto una vez más, a pesar de haberlo hecho ya tantas veces que podía describirlo de memoria. SU ojos se toparon una vez más con Leona recordándole el enfado que había sentido momentos antes, debido a las ajustadas ropas que la ataban como evidencia de la incompetencia de su compañera.
Su silenciosa aversión fue interrumpida por la voz de aquella a quien odiaba más que a nadie en el mundo en ese momento. -¿Hanna?- suspirando volteó un poco para ver de nuevo a Leona, pero algo repentino había ocurrido. La fría expresión de Hanna se convirtió en confusión. Los ojos de su compañera estaban fijos en el suelo. Hanna volteó bien para ver con más cuidado lo que ocurría y descubrió una expresión que no pensaba que Leona fuera capaz de tener. Culpa.
-No me di cuenta de que ibas a reaccionar como lo hiciste, o de que lo ocurrido iba a tener un efecto tan devastador en lo que solía ser una relación tan cercana-
Quedándose por un momento sin palabras Hanna sacudió la cabeza hasta que su mente pudo construir frases de nuevo, entonces habló. -¿cómo no ibas a esperarlo? Me secuestraste, me amarraste, abusaste de mí y después…-  se detuvo abruptamente. Las palabras se atoraron en su garganta mientras recordaba con detalle los eventos. Leona alcanzó a ver como Hanna cruzaba sus piernas fuertemente; una señal clara de que los eventos que ocurrieron la noche anterior aun la molestaban. Leona de nuevo desvió la mirada.
El incómodo silencio fue roto de nuevo por Hanna. –sabes que no puedo perdonarte ¿verdad?-
A pesar de sus esfuerzos por reprimirlo, la boca de Leona formó una media sonrisa. –sí, lo suponía- otra pausa siguió. –¿qué piensas de esto?- Hanna volteó a ver la cara de Leona expresando la esperanza que puso en sus siguientes palabras. –cuando salgamos de aquí, haremos lo que solíamos hacer… sólo… estar juntas como amigas-
 Hanna fue tomada por sorpresa. –Leona… he tratado de ser amable, pero claramente no está funcionando, así que –tomó un profundo respiro- Sólo detente ¿está bien? Te puedes disculpar todo lo que quieras, pero no va a cambiar nada de lo que ocurrió. Lo que pasó, pasó. Y no voy a cambiar de idea. Nuestra Amistad o cualquier otra cosa murió esa noche y no va a regresar- Toda muestra de emoción se desvaneció del rostro de Leona.
-Así que… ¿realmente piensas eso?
-Si-
-Chispas… me pregunto si este día podría ponerse peor de lo que ya es- coincidiendo con esa expresión sus oídos se pusieron atentos debido a un nuevo sonido que comenzó a oírse.
   *Tick... tick... tick...*
-¿Hanna?
-¿Ahora qué?
-¿escuchas ese misterioso sonido?
Hanna afinó el oido y pronto lo escuchó también. En ese momento ambas pensaron que a pesar de haber paseado la Mirada por el cuarto incontables veces, a ninguna se le había ocurrido voltear hacia atrás pues pensaban que sólo estaba la pared. Los DEDOS DE Leona pasearon por el suelo hasta toparse con un pequeño objeto de donde emanaba una pequeña vibración en perfecta sincronía con el sonido.
-¿Hanna?- murmuró Leona, temiendo que el objeto en sus manos fuera lo que pensaba. –por favor dime que esto no es…-
-Definitivamente es una bomba-
Con renovado entusiasmo las dos comenzaron a luchar contra las fuertes ataduras, pero fue inútil. Los ojos de Leona se iluminaron cuando se le ocurrió una idea y se empezó a arrastrar para acercarse a Hanna.
-Leona, este no es el momento de acercarnos, por si no te has dado cuenta nos vamos a morir.
-Te voy a desatar genio, ahora quédate quieta. Hanna obedeció mientras los dedos de Leona se pusieron a trabajar en sus nudos. Ya que las cuerdas cayeron al suelo Leona habló –Ahora vete, yo me desataré a mí misma-
-¿hablas en serio?
-¿qué mas te da si escape o no?- Hanna vio los ojos de Leona, definitivamente hablaba en serio, se levantó y comenzó a correr a la puerta…pero se detuvo.
-esto no está bien-
-¿qué?
Sin detenerse a pensar, Hanna dio media vuelta y se agachó para alcanzar a Leona, levantó a su amarrada archienemiga y la cargó dando una veloz carrera hacia la puerta; con un movimiento de verdadera súper espía golpeó la puerta, rompiéndola en pedazos y arrojándose al pasto mientras el edificio estallaba.
Hanna respiró agitada mientras yacía en la suave yerba, después de arriesgar su vida por la persona a quien más odiaba en el mundo. ¿o no la odiaba? Se volteó sobre su costado y vio que Leona había hecho lo mismo, a menos de dos metros de distancia. Una tierna sonrisa se dibujó en su rostro, recordándole el pasado y las muchas veces que simplemente habían disfrutado de su mutua compañía. Automáticamente los ojos de Hanna vieron el cuerpo de Leona, sus largas piernas, sus caderas del mismo ancho que sus hombros, su bien formada cintura, sus grandes y firmes senos, su cabello rubio despeinado por la carrera; todo ello envuelto en estricots nudos de cuerdas que evitaban su escape. Era una escena en la que Hanna se encontraba con frecuencia, pero que nunca había atestiguado. Hanna simplemente se mantuvo allí, contemplando la exquisita vista que tenía.
Leona se sonrojó cuando vio los ojos de Hanna ver su figura. –me salvaste-
Hanna de pronto volvió a la realidad. –no te emociones, fue una cuestión de principios.
Leona ahogó una risita. –y… piensas hacerme el amor aquí mismo, o debo esperar hasta que regresemos. La cara de Hanna reflejó absoluta confusión; hasta que se dio cuenta de que mientras imaginaba, sus dos manos habían alcanzado los pechos de Leona y estaban apretándolos.
-No vamos a hacer el amor- declaró Hanna –aún no me agradas-
-¿por eso me pellizcaste el trasero mientras me cargabas?
-oh. Uh… perdona.
Se quedaron viendo en el silencio más incómodo de toda la tarde. Hanna estaba confundida, ¿qué la había impulsado a salvar a Leona? No hubiera sido la primera vez que dejaba a alguien en una estructura a punto de colapsar… claro que ellas no fueron más que personas anónimas que le habían pagado por eliminar. Pero Leona.
¿en que piensas?
Hanna volvió a la realidad de Nuevo. –umm en nada-
-Y… ya vas a soltar mis tetas-
-…. A lo mejor.-
Fin.

Si quieren ver directamente el trabajo del autor lo encuentran en este enlace que ya coloqué antes http://raver1357.deviantart.com/#

Saludos.

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